Hace veintisiete años las religiosas de la Inmaculada llegaron a Burgos y a nuestra parroquia.
El Papa Francisco define así la parroquia:
Las hermanas viven “encarnadas” en la Barriada de la Inmaculada compartiendo el latir de la vida de los vecinos y vecinas a quienes conocen y de quienes se sienten cercanas. Su presencia en el barrio es la misma presencia de la Iglesia y de la parroquia que está en contacto con los hogares y con la vida del pueblo.
Su actividad en la parroquia es muy amplia y variada. Quienes entran por la puerta de la parroquia, con la primera persona que suelen encontrarse es con una de las religiosas que atienden el despacho. Siempre regalan una sonrisa y una atención delicadísima. Es la sonrisa de una Iglesia acogedora y de puertas abiertas.
La catequesis, la liturgia, la Cáritas parroquial, los enfermos, las personas mayores, son las distintas tareas evangelizadoras que realizan. Dan todo lo mejor de sí mismas y de esta manera llevan la alegría del Evangelio a los niños, a las familias, a los necesitados, a los enfermos. Con una predilección especial: los pobres y necesitados. ¡Qué bien saben interpretar el carisma de su fundadora:
Siempre están y siempre van donde alguien las necesita. A Mª Piedad, Mónica, Conchita, Caridad, y a todas las religiosas que han pasado por la parroquia, muchas gracias por vuestro trabajo y por el testimonio de vuestra vida. Gracias a Dios, porque os ha puesto en el camino de nuestras vidas desde vuestra tarea en la parroquia. Ojalá podamos seguir disfrutando muchos años de vosotras en nuestra querida parroquia de la Inmaculada.