Actualmente, este grupo está formado por siete personas: seis laicos y el sacerdote, todas ellas son personas normales y sencillas cuyo deseo es compartir las experiencias de fe de cada uno; dar a la fe un sentido comunitario. Para ello, el ambiente de confianza ha sido clave desde el principio; compartir la vida y la fe requiere confianza. Ellos mismos nos cuentan aquí la experiencia de sus reuniones quincenales.
Hemos ido descubriendo en la experiencia del grupo que Jesús nos habla y nos llama desde la vida, desde los pequeños acontecimientos de nuestra vida cotidiana. La familia, el trabajo, los amigos, los vecinos, la parroquia, los pobres… son “lugares sagrados” donde se hace presente el Dios de la vida invitándonos a colaborar con él para que las personas que están a nuestro lado “tengan vida”, sean felices.
El punto de partida de la reunión siempre es la vida, porque ahí es donde nos vamos a encontrar con el Dios que nos sale al encuentro. Esa vida siempre pasa a través del Evangelio desde donde escuchamos las llamadas de Jesús. Y todo ello nos lleva al compromiso, a actuar en esa vida, aunque los compromisos sean pequeños. No hay compromiso pequeño si el amor es grande.
En este sentido nos vamos dando cuenta de que nuestra vida es “Vocación”, “Llamada” a construir el Reino de Jesús en los ambientes donde vivimos. Por eso este año nos hemos lanzado a una aventura arriesgada y a la vez apasionante: hacer cada uno nuestro Proyecto Personal de vida Cristiana, una herramienta que nos ayuda a responder a esa vocación y llamada.
Poco a poco, el grupo se va convirtiendo en “Grupo de Referencia” para nuestra vida porque
- nos AYUDA a profundizar en nuestra experiencia de fe;
- nos ACOMPAÑA en el seguimiento de Jesús en nuestra vida;
- nos IMPULSA Y SOSTIENE en el compromiso evangelizador como laicos
Tal vez lo que está siendo más importante es disfrutar de la presencia de Dios en medio del grupo, el cual se manifiesta a través de las experiencias compartidas por cada uno de los miembros. Experiencias que nos llenan y nos hacen felices porque es el mismo Dios el que nos quiere hacer felices.